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5 de noviembre de 2025

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Crecer por dentro: una mirada a la educación emocional en Infantil

En los primeros años de vida, los niños no solo crecen en estatura o vocabulario: crecen también por dentro.
Aprenden a reconocer lo que sienten, a poner nombre a sus emociones y a descubrir que los demás también sienten.
Ese proceso —tan silencioso como esencial— marca las bases del equilibrio emocional, la confianza y la capacidad de aprender a lo largo de toda la vida.

Desde Brightkids Arenales, creemos que educar el corazón es tan importante como educar la mente.
Por eso, esta serie de artículos nace con un propósito: ofrecer a educadores y familias recursos, inspiración y acompañamiento para cuidar el bienestar emocional de los más pequeños.

Una serie para mirar con otros ojos

“Crecer por dentro” reúne cinco artículos que recorren los principales aspectos del desarrollo emocional en la etapa de Educación Infantil.
Cada uno aborda un tema esencial desde la experiencia educativa, el cariño y la observación atenta:

  1. Mirarles de verdad: cómo detectar desajustes emocionales
    Aprender a observar con ternura, identificar señales tempranas y cuidar el clima emocional del aula.
  2. Educar las emociones en Infantil: mirar, comprender y acompañar
    Cómo enseñar a los niños a reconocer y expresar sus emociones básicas —alegría, enfado, tristeza y miedo— desde la serenidad del adulto.
  3. Detectar, comprender y acompañar: el papel del educador en el bienestar emocional infantil
    El valor del trabajo en equipo y de la comunicación familia-escuela como pilares del acompañamiento emocional.
  4. Cuentoterapia: cuando los cuentos ayudan a sanar emociones
    El poder de las historias como herramienta para transformar el miedo, la frustración o la tristeza en comprensión y esperanza.
  5. “No quiero”: entender el egocentrismo natural en la infancia
    Una reflexión sobre la autonomía, los límites y la afirmación del propio “yo” en los primeros años.

Una mirada educativa y humana

Cada artículo combina reflexión pedagógica y práctica educativa: claves para el aula, recursos concretos, ejemplos reales y sugerencias para acompañar también desde casa.
La intención no es dar recetas, sino abrir miradas: ayudar a reconocer que detrás de cada emoción hay una oportunidad de aprendizaje.

💬 Educar las emociones es enseñar a vivir. Es ofrecer al niño el tiempo, el espacio y la mirada que necesita para crecer seguro, feliz y libre.”

Para quién está pensada esta serie

  • Docentes de Infantil, que buscan herramientas para acompañar el desarrollo emocional en el aula.
  • Familias, que desean comprender mejor el mundo interior de sus hijos y fortalecer los lazos afectivos.
  • Equipos directivos y orientadores, que apuestan por una educación más humana, integral y coherente con los valores de la Red Arenales.

Un viaje de cinco pasos

“Crecer por dentro” no es solo una serie de artículos: es una invitación a mirar la educación desde dentro, con sensibilidad y esperanza.
Un recorrido que empieza con la observación y termina con la autonomía; que une escuela y familia, razón y emoción, palabra y silencio.

Porque los niños no solo aprenden lo que les enseñamos… aprenden sobre todo de cómo los miramos.

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👉 Crecer por dentro · Brightkids Arenales

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22 de octubre de 2025

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El entorno en el que los niños crecen y aprenden no es un simple escenario: es un verdadero educador. Cada color, cada textura, cada objeto y cada rincón del aula influyen en su forma de pensar, sentir y relacionarse. Por eso, en las escuelas infantiles Brightkids de la Red Arenales, concebimos los espacios como aliados del desarrollo infantil, diseñados para despertar la curiosidad, favorecer la autonomía y nutrir la creatividad.

Espacios preparados que educan

En Brightkids, el aula es mucho más que un lugar de juego o aprendizaje. Cada ambiente está cuidadosamente pensado para favorecer la exploración segura y significativa.

Los materiales se presentan de forma ordenada, accesible y adaptada a la edad de los niños, para que puedan elegir libremente qué usar y cómo usarlo. Así se fomenta su capacidad de decisión, su responsabilidad y su confianza en sí mismos.

Cuando el entorno está bien preparado, el adulto deja de ser el centro y pasa a ser un acompañante que observa, guía y anima a descubrir.

Libertad de movimiento, libertad para aprender

El movimiento libre es clave para el desarrollo físico, emocional y cognitivo. En nuestros espacios, los niños pueden moverse sin restricciones innecesarias: trepan, se arrastran, construyen, deshacen y vuelven a empezar.

Esa libertad, acompañada siempre por la seguridad y la observación del educador, les permite aprender a través de la acción. Cada gesto, cada intento y cada descubrimiento se convierten en un paso hacia la autonomía y el aprendizaje significativo.

Conexión con la naturaleza

El contacto con la naturaleza es una fuente constante de aprendizaje. Por eso, nuestros espacios exteriores son una extensión natural del aula.

El aire libre invita a experimentar con la luz, las sombras, el agua o la arena; a observar el crecimiento de las plantas o el vuelo de los insectos; a descubrir los ritmos del tiempo y las estaciones.

Además, el uso de materiales naturales —madera, tela, piedra, metal, fibras— introduce sensaciones reales que estimulan los sentidos y favorecen la calma, la atención y la creatividad.

Un entorno que enseña sin palabras

El ambiente habla. Transmite orden, armonía, belleza y respeto. Enseña a cuidar los objetos, a convivir con los demás y a disfrutar de lo sencillo.

En Brightkids Arenales, creemos que un entorno cuidado enseña a cuidar; un espacio sereno invita a la concentración; un ambiente alegre y luminoso inspira alegría interior.

Conclusión

El entorno educativo es un instrumento poderoso para aprender y crecer felices. En nuestras escuelas infantiles Brightkids Arenales, cada espacio —del aula al jardín— invita a explorar, experimentar y descubrir el mundo con confianza y asombro.

Porque cuando el ambiente se convierte en un maestro silencioso, cada niño puede desplegar su potencial y aprender disfrutando.

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20 de octubre de 2025

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La infancia es un viaje lleno de descubrimientos, primeras experiencias y aprendizajes que sientan las bases de la vida. En Brightkids Arenales creemos que uno de los pilares fundamentales en los primeros años es la confianza, tanto en uno mismo como en el entorno que rodea al niño. Construir esa seguridad interior desde edades tempranas permite que los pequeños se enfrenten al mundo con curiosidad, autonomía y tranquilidad.

La confianza comienza en el vínculo seguro

El primer paso para que un niño se sienta seguro es establecer un vínculo afectivo sólido con sus cuidadores y educadores. La presencia constante, la atención a sus necesidades y la respuesta sensible a sus emociones generan un sentimiento de seguridad básica, esencial para que el niño confíe en sí mismo y en los demás.

En la práctica, esto significa que cuando un bebé llora, su emoción es validada; cuando un niño pequeño explora un objeto, los educadores le observan y le guían sin imponerse, fomentando así su autonomía y curiosidad.

Rutinas y previsibilidad: el soporte invisible

Los niños pequeños encuentran seguridad en la rutina y la previsibilidad. Saber qué va a suceder en cada momento del día, desde la llegada al aula hasta la hora de la comida o del juego, les proporciona un entorno confiable que reduce la ansiedad y facilita la concentración. En las escuelas infantiles de la Red Arenales diseñamos los días de forma clara, respetando los ritmos naturales de los niños y creando espacios donde puedan anticipar y comprender la dinámica del aula.

Autonomía progresiva

Dar oportunidades para que los niños hagan cosas por sí mismos —colgar su abrigo, recoger un juguete, participar en una actividad— les ayuda a sentirse competentes y valiosos. Esta autonomía progresiva refuerza la confianza, porque los pequeños comprueban que son capaces de lograr objetivos por sí solos, con apoyo cercano cuando lo necesitan.

El papel del educador

El educador actúa como guía y referente, ofreciendo seguridad sin sobreproteger. Observar, acompañar y saber cuándo intervenir es fundamental: el niño aprende a enfrentarse a desafíos, resolver problemas y tomar decisiones dentro de un marco seguro.

Conclusión

La confianza no surge de la nada; se construye día a día, paso a paso, con cariño, atención y respeto por el ritmo de cada niño. En Brightkids Arenales creemos que un niño que se siente seguro es un niño que explora, se atreve y disfruta de aprender. Y esa seguridad interior será la base de todas sus futuras conquistas.

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14 de octubre de 2025

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En los primeros años de vida, cada paso, cada intento, cada pequeño logro forma parte de un aprendizaje más profundo: aprender a levantarse cuando algo no sale bien.

En las escuelas infantiles Brightkids Arenales creemos que enseñar a los niños a gestionar la frustración y no tener miedo al error es una de las bases más importantes de su desarrollo emocional.

Cuando un niño tropieza al aprender a caminar, al encajar una pieza o al intentar ponerse los zapatos, no fracasa: está descubriendo cómo perseverar. Es en esos momentos cuando necesita más que nunca una mirada serena, una palabra de aliento y el espacio para volver a intentarlo.

Educar para afrontar los fracasos significa acompañar sin sobreproteger. Supone dejar que los niños experimenten, se equivoquen y descubran que los errores no son el final del camino, sino parte de él.

Al reconocer su esfuerzo más que el resultado, les ayudamos a desarrollar autoestima, resiliencia y confianza en sí mismos.

En Brightkids Arenales trabajamos cada día para que nuestros pequeños se sientan seguros, valorados y capaces. Porque detrás de cada intento fallido hay una oportunidad para crecer.

Y cuando un niño aprende que puede levantarse solo, empieza a construir la base de una vida feliz y equilibrada.

Aprender a caer, para poder volar después.

💡 8 consejos para evitar la sobreprotección en niños de 0 a 3 años

  1. Dale tiempo para intentarlo

    Aunque tardes más, permite que pruebe a hacerlo solo. Cada intento refuerza su confianza y su coordinación.

  2. Evita resolver por él

    Si siempre intervienes antes de que se frustre, le estás robando la oportunidad de aprender cómo superar la dificultad.

  3. Valora el esfuerzo, no solo el resultado

     Felicita sus intentos y reconoce su constancia más que la perfección del logro.

  4. Ofrece opciones sencillas

     Pregúntale “¿quieres el vaso azul o el rojo?”; así siente que puede decidir y se ejercita en la toma de decisiones.

  5. Permite que experimente riesgos controlados

     Subir un pequeño escalón o volcar un poco de agua al servirse son experiencias necesarias para aprender a medir y ajustar sus movimientos.

  6. Sé su guía, no su escudo

     Acompáñalo con serenidad y cercanía, pero sin evitarle cada tropiezo. Los límites y las frustraciones también educan.

  7. Evita el exceso de elogios

     Un “confío en ti” vale más que un “eres el mejor”. Transmite seguridad real, no expectativas inalcanzables.

  8. Muéstrale tu calma

     Los niños aprenden a gestionar sus emociones observando las nuestras. Si tú afrontas los errores con tranquilidad, él aprenderá a hacer lo mismo.

✨ En resumen

En las escuelas infantiles de la Red Arenales creemos que la mejor manera de preparar a los niños para el futuro es enseñarles a confiar en sí mismos desde el presente.

Acompañar sin sobreproteger es darles alas… y también raíces.

Porque cada caída es una oportunidad para crecer más alto.

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8 de octubre de 2025

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En las escuelas infantiles Brightkids Arenales creemos que aprender jugando no solo es posible, sino esencial. Cada día, nuestras aulas se llenan de curiosidad, descubrimiento y pequeñas conquistas que ayudan a los niños a crecer felices y seguros.

🌿 Una mirada Montessori desde los primeros años

La metodología Montessori parte de una idea sencilla y profunda: el niño aprende a través de la experiencia. Por eso, los materiales, el entorno y las rutinas están pensados para fomentar su autonomía y su deseo natural de explorar.

En la clase de 1 año, nuestros pequeños han trabajado con materiales sensoriales como la torre rosa, que desarrolla la percepción del tamaño, el peso y el volumen. También han disfrutado de actividades inspiradas en la naturaleza, descubriendo los colores y texturas del otoño a través de hojas secas, piñas y otros elementos naturales. Estas experiencias sensoriales son el primer paso hacia un pensamiento lógico y creativo.

🧠 Despertando la lógica y el pensamiento crítico

A medida que crecen, nuestros alumnos se enfrentan a nuevos retos adaptados a su etapa. Los juegos de lógica matemática les ayudan a desarrollar la concentración, el pensamiento crítico y la capacidad para resolver problemas… todo ello mientras se divierten y disfrutan aprendiendo.

Cada pieza es un mundo y cada juego, una aventura. Al combinar el juego libre con actividades guiadas, los niños aprenden sin darse cuenta a razonar, clasificar y tomar decisiones.

💛 Autonomía paso a paso

En las clases de 2 años, la autonomía se convierte en protagonista. Colgar la mochila, comer solos o ir en fila son pequeños grandes logros que fortalecen la confianza y la autoestima.

Estas rutinas cotidianas, inspiradas también en el enfoque Montessori, enseñan a los niños a ser responsables de sí mismos y a convivir con los demás con respeto y orden.

🍁 Aprender con los sentidos, aprender con el corazón

El método Montessori no solo enseña conceptos: enseña a mirar el mundo con atención y asombro. Cada actividad sensorial —desde tocar una hoja hasta apilar cubos o clasificar objetos— despierta la curiosidad natural de los niños y convierte cada día en una oportunidad de aprendizaje.

En Brightkids, todo esto se traduce en un ambiente donde se respira calma, respeto y alegría por aprender. Los niños experimentan, se equivocan, prueban de nuevo… y en ese proceso descubren su propio camino.

✨ Porque en Brightkids Arenales, aprender no solo se hace… ¡se siente!

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29 de septiembre de 2025

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Desde los primeros años de vida, los niños aprenden observando, imitando y confiando. Sembrar en ellos la fe significa abrirles la puerta a una amistad con Dios que los acompañará siempre.

El Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2226) lo expresa con claridad:

Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos en la fe, en la oración y en todas las virtudes.

Lo que los pequeños viven en esta etapa queda grabado en su corazón como algo natural: rezar será para ellos tan sencillo como hablar con papá o mamá.

🌟 ¿Por qué es bueno enseñar a rezar desde pequeños?

Muchos padres se preguntan si conviene hablar de Dios a sus hijos tan pronto, o si no sería mejor esperar a que ellos decidan cuando sean mayores. La Iglesia, con mucha sabiduría, recuerda que transmitir la fe no es imponer, sino regalar.

1. Un regalo de amor

Los padres siempre desean lo mejor para sus hijos: salud, educación, oportunidades… ¿y qué mayor regalo que la fe, que ilumina la vida entera y da esperanza en los momentos difíciles?

El Papa Francisco lo recuerda en Amoris Laetitia (n. 287):

La transmisión de la fe supone que los padres introduzcan a los hijos en la experiencia de la oración y los familiaricen con la vida de la Iglesia.

2. Sembrar confianza y alegría

Mostrar que Dios es un Padre bueno, enseñar que nunca estamos solos, transmitir paz con un gesto sencillo… son semillas que llenan de seguridad el corazón del niño. La señal de la cruz, una canción o un beso a la Virgen hablan más que mil palabras.

3. Una herencia que dura siempre

Los padres transmiten valores, recuerdos y tradiciones familiares. La fe forma parte de esa herencia que deja una huella profunda. Como decía san Juan Pablo II:

La infancia es el tiempo privilegiado para aprender a abrirse con confianza a Dios.

4. El mejor acompañamiento para la vida

Educar en la fe no limita la libertad, sino que abre horizontes más grandes. Enseña a caminar de la mano de Dios en cada etapa de la vida.

San Josemaría Escrivá lo recordaba con ternura:

Sois el mejor medio del que se sirve Dios, para educar a vuestros hijos en la vida de piedad. […] Yo mismo repito todavía las oraciones breves que aprendí de mis padres.”

5. Sembrar una huella que perdura

Enseñar a rezar no significa imponer ni controlar, sino acompañar y abrirles la puerta a una relación cercana con Dios. Cada gesto, cada oración compartida y cada enseñanza deja una huella en su corazón, aunque ellos vayan descubriendo su propio camino a su ritmo.

En palabras de Santa Teresa de Calcuta:

Enseñarás a volar,

pero no volarán tu vuelo.

Enseñarás a soñar,

pero no soñarán tu sueño.

Enseñarás a vivir,

pero no vivirán tu vida.

Sin embargo…

en cada vuelo,

en cada vida,

en cada sueño,

perdurará siempre la huella

del camino enseñado.

👶 Tips para enseñar a rezar de 0 a 3 años

En esta etapa, lo que más ayuda a los niños son los gestos y rutinas sencillas, porque aprenden viendo y repitiendo.

  • Reza con el ejemplo
    Si te ven hacer la señal de la cruz, dar gracias antes de comer o rezar al acostarse, lo imitarán de manera natural.
  • Usa gestos sencillos y visibles
    Juntar las manos, hacer la señal de la cruz, dar un beso a la Virgen o lanzar un beso a Jesús en el Sagrario son formas concretas y tiernas de oración.
  • Oraciones cortas y fáciles
    Frases como “Jesús, te quiero”, “Gracias, Señor” o “Ángel de la guarda, cuídame” son perfectas para despertar la fe en ellos.
  • Aprovecha momentos cotidianos
    Al levantarse, antes de dormir, al sentarse a la mesa… son oportunidades para mostrar que rezar forma parte del día a día.
  • Canta y reza con alegría
    Las canciones sencillas con gestos hacen la oración divertida, cercana y memorable.
  • Transmite confianza en Dios
    Más que entender, los niños sienten. Lo esencial es que perciban que Dios los ama y siempre los cuida.

✨ En resumen

Enseñar a rezar a los hijos desde pequeños es sembrar la semilla de la fe en su corazón. No hacen falta grandes discursos: basta con gestos de cariño, rutinas sencillas y el testimonio de unos padres que rezan con naturalidad. Así descubrirán que rezar es hablar con un Dios cercano, que los quiere y los acompaña en todo momento.

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24 de septiembre de 2025

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El inicio en la escuela infantil es un momento muy especial: para muchos niños es el primer gran paso fuera del entorno familiar. En Brightkids Arenales sabemos que esta transición despierta ilusión, pero también dudas e inseguridades. Por eso compartimos algunas recomendaciones sencillas para que tu hijo se adapte de manera gradual y positiva a esta nueva etapa.

1. Crear rutinas estables en casa

Los niños pequeños necesitan seguridad, y las rutinas se la aportan. Intenta que los horarios de comida, sueño y juego se parezcan a los que tendrá en la escuela infantil. Así, la adaptación será más suave y el niño sentirá que todo “encaja”.

2. Hablar con palabras sencillas

Aunque tu hijo aún sea muy pequeño, entiende más de lo que parece. Cuéntale con frases cortas lo que va a pasar: “Vas a ir al cole de mayores”, “Allí jugarás con otros niños”, “Mamá y papá vuelven después”. Estas explicaciones transmiten calma y confianza.

3. Practicar la separación poco a poco

Si no está acostumbrado a quedarse con otras personas, prueba a dejarlo ratitos cortos con algún familiar o persona de confianza. De esta forma aprende que aunque tú te vayas, siempre vuelves. Esa seguridad emocional es clave para la escuela infantil.

4. Objetos de apego

Un peluche, un chupete o una mantita pueden convertirse en un gran aliado durante los primeros días. Estos objetos familiares funcionan como “puente” entre casa y escuela, y ayudan al niño a sentirse acompañado y tranquilo.

5. Fomentar la autonomía desde lo cotidiano

Aunque son pequeños, ya pueden empezar a practicar pequeños logros: beber en vaso, guardar un juguete, intentar comer solitos. Cada avance les da seguridad y les prepara para integrarse mejor en la dinámica del aula.

6. Confiar y transmitir serenidad

Los niños perciben las emociones de sus padres. Si ven en ti calma y confianza, ellos también se sentirán seguros. Despídete con una sonrisa, un beso y palabras cariñosas, sin alargar demasiado el momento de la separación.

7. Comunicación con la escuela

Las educadoras de las escuelas infantiles de la Red Arenales están para acompañaros en este proceso. Comparte con ellas la información importante: rutinas de sueño, alimentación, gustos o miedos de tu hijo. Juntos, familia y escuela, se crea un ambiente de confianza que favorece la adaptación.

En resumen

La llegada a la escuela infantil es el inicio de una etapa llena de descubrimientos. Preparar poco a poco al niño, acompañar sus emociones y confiar en el equipo educativo son las claves para que la adaptación sea positiva.

En la Red Arenales trabajamos para que cada niño se sienta cuidado, seguro y feliz desde el primer día, y para que las familias vivan con ilusión este gran comienzo.

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27 de marzo de 2025

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Las emociones son una parte fundamental del ser humano, desde el nacimiento hasta la edad adulta. En los primeros años de vida, los niños comienzan a desarrollar su mundo emocional, experimentando y aprendiendo a identificar, expresar y regular sus sentimientos. En este proceso, las familias juegan un papel crucial en el acompañamiento y en la enseñanza de la autorregulación emocional. Pero, ¿qué son las emociones, cómo se desarrollan y cómo pueden los padres y cuidadores ayudar a los más pequeños a comprenderlas mejor?

 

¿Qué son las emociones?

Las emociones son reacciones naturales que ocurren en nuestro cuerpo y mente como respuesta a diferentes estímulos internos o externos. Son experiencias que nos permiten conectar con el mundo y con los demás, influyendo en nuestra manera de pensar, actuar y sentir. Las emociones básicas, como la alegría, la tristeza, el miedo, la rabia y el asco, se encuentran presentes desde muy temprano en la infancia, y su expresión varía según la edad y el contexto cultural.

 

¿Cómo se desarrollan las emociones a lo largo de la infancia?

Desde el nacimiento, los bebés comienzan a experimentar emociones a través de sus necesidades básicas. En sus primeros meses de vida, las emociones se manifiestan de manera simple y primitiva, a través de gestos, llantos y sonrisas. Los bebés lloran cuando tienen hambre o miedo, y sonríen cuando sienten placer o seguridad. A medida que crecen, su capacidad para experimentar emociones se vuelve más compleja.

Entre los 2 y 3 años es cuando comienzan a identificar y nombrar sus emociones básicas, lo que les ayuda a empezar a comprender mejor lo que sienten. A esta edad, algunos niños son más conscientes de sus estados emocionales y los expresan de manera más clara, pero hay otros a los que todavía les resulta muy complicado. En este punto, el lenguaje tiene un papel fundamental. Cuando un niño tiene un correcto desarrollo del lenguaje suele presentar más facilidad para nombrar lo que le pasa, le incomoda, le gusta, le ha molestado… Y en esos momentos, con el acompañamiento afectuoso y confiado del adulto de referencia, los niños van siendo capaces poco a poco de identificar y nombrar las sensaciones físicas que experimentan cuando sienten las emociones básicas: calor y tensión cuando me enfado, temblor de manos cuando tengo miedo, ganas de reírme cuando estoy contento, etc.

A medida que avanzan en su desarrollo, entre los 4 y 6 años, aprenden a reconocer las emociones en los demás y empiezan a desarrollar la empatía. Aquí, las interacciones sociales juegan un papel esencial, pues el niño comienza a entender que otras personas también tienen emociones.

 

En la etapa de los 7 a 12 años, los niños ya tienen una mayor capacidad para regular sus emociones, aunque aún necesitan apoyo para gestionar la frustración y el estrés. El autoconocimiento emocional se sigue desarrollando y van descubriendo otras emociones complejas como pueden ser la envidia, la nostalgia, la vergüenza, que a veces les pueden generar confusión o desconcierto. En este momento los niños pueden comprender perfectamente que no hay emociones positivas o negativas, sino más bien agradables (o placenteras) y desagradables (que nos producen sensaciones físicas de malestar). Pero todas las emociones son necesarias y funcionales: están aquí para decirnos algo y todas ellas forman parte de la experiencia humana.

 

La autorregulación emocional: ¿Qué es y cómo se desarrolla?

La autorregulación emocional es la habilidad de manejar nuestras emociones de manera saludable y adaptativa. En los niños, este proceso es gradual y está estrechamente ligado a su desarrollo cognitivo y social. Los pequeños no nacen con la capacidad de autorregularse, sino que aprenden a hacerlo a través de las interacciones con sus padres y otras figuras de referencia, como educadores y familiares cercanos.

El proceso de autorregulación comienza con la capacidad de identificar las emociones (¿qué siento?) y luego de gestionar esa emoción de manera adecuada (¿cómo puedo manejarlo?). Esta habilidad se desarrolla a medida que los niños aprenden a nombrar sus emociones, a practicar estrategias de afrontamiento, como la respiración profunda o pedir ayuda cuando lo necesitan, y a comprender las consecuencias de sus acciones emocionales.

 

¿Cómo pueden las familias acompañar el desarrollo emocional de sus hijos?

Llegados a este punto, la idea principal que me gustaría remarcar es que las emociones no se enseñan: las emociones se acompañan.

Un adulto no enseña a un niño qué es la ira, la alegría o la vergüenza. Los niños, simplemente, las sienten. Los cuentos y materiales didácticos sobre emociones son un complemento fabuloso en el que nos podemos apoyar para hablar con nuestros hijos o alumnos sobre el nombre de la emoción y las sensaciones físicas que lleva unidas, pero nuestro hijo va a sentir esa emoción independientemente de que le hayamos leído el “Monstruo de colores” o hayamos visto la película “Del revés”. Las emociones no se aprenden. Simplemente, se experimentan. Por tanto, nuestro papel como adultos de referencia será acompañar esa emoción de manera cariñosa y comprensiva, estableciendo los límites necesarios de seguridad, y a su vez, quienes ejercemos de modelos de autorregulación emocional. Lo que sí se enseña y se puede aprender es la autorregulación: qué estrategias podemos emplear para regular nuestras emociones y que no tomen el control de nuestra conducta.

En este sentido, las familias desempeñan un papel esencial en la educación emocional de sus hijos. A través de su propio comportamiento y las interacciones cotidianas, pueden influir significativamente en la forma en que los niños aprenden a gestionar sus emociones.

 

  1. Ser modelos emocionales: Los niños aprenden observando. Si los padres demuestran cómo manejar sus propias emociones de forma calmada y reflexiva, sus hijos aprenderán a hacer lo mismo. Por ejemplo, si un adulto se siente frustrado, puede verbalizar sus sentimientos diciendo: “Estoy molesto porque esto no salió como quería. Voy a respirar un poco y tratar de solucionarlo”. Este tipo de modelos proporciona un ejemplo activo y práctico de cómo manejar la frustración.
  2. Fomentar la expresión emocional: Es fundamental que los padres enseñen a sus hijos a identificar y expresar sus emociones de manera adecuada. Esto incluye hablar sobre los sentimientos, ponerles nombre y comprender que todas las emociones, tanto las agradables como las desagradables, son naturales y válidas. En lugar de rechazar o minimizar las emociones de los niños, es importante validar lo que sienten: “Veo que estás enfadado, es normal sentirse así a veces. ¿Qué podemos hacer para sentirnos mejor?”
  3. Enseñar estrategias de regulación emocional: Las familias pueden enseñar a los niños diferentes estrategias para regular sus emociones, como la respiración profunda, contar hasta diez, hacer una pausa, usar palabras para expresar sus emociones o practicar actividades relajantes como escuchar música o dibujar. Es importante que estas estrategias sean parte del día a día, integrándolas en situaciones cotidianas.
  4. Crear un ambiente seguro y respetuoso: Un hogar donde los niños se sienten seguros emocionalmente es esencial para el desarrollo de su autorregulación emocional. Los niños deben saber que sus emociones son aceptadas y comprendidas, pero también que se espera que aprendan a gestionarlas de manera respetuosa hacia los demás. Un entorno donde se practique el respeto mutuo y se escuchen las necesidades emocionales de cada miembro de la familia ayudará al niño a sentir que sus emociones son tomadas en cuenta y que tienen la capacidad de manejar sus propios sentimientos.
  5. Refuerzo positivo: Cuando los niños logran manejar sus emociones de manera efectiva, es importante reconocer sus esfuerzos y reforzar esas conductas. Esto puede hacerse mediante cumplidos sinceros, como: “He visto que cuando estabas muy enfadado, has encontrado la manera de no hacer daño a los demás y conseguir tranquilizarte para resolver el problema hablando. Sé que esto te cuesta mucho y lo has conseguido. ¿Cómo te sientes?”. El aliento y acompañamiento positivo fortalece la autoestima emocional del niño y fomenta la repetición de conductas saludables.

 

Conclusión

A medida que los niños crecen, aprenden a comprender y gestionar sus emociones, pero necesitan la guía de sus padres y cuidadores para desarrollar habilidades de autorregulación emocional. A través de la observación y el acompañamiento afectivo, las familias pueden convertirse en modelos activos y ejemplos de cómo manejar las emociones de manera saludable. Este proceso es fundamental para que los niños se conviertan en adultos emocionalmente equilibrados, capaces de manejar sus sentimientos y relaciones de manera positiva.

Al fomentar el autoconocimiento emocional, el apoyo en momentos de frustración y el uso de estrategias adecuadas de regulación, las familias juegan un papel crucial en el desarrollo emocional y social de los niños, contribuyendo a su bienestar general.

Bibliografía recomendada para los padres:

– “El cerebro del niño”, Daniel J. Siegel.

– “Disciplina sin lágrimas”, Daniel J. Siegel.

– “Navega hacia tu bienestar”, Bibiana Infante Cano.

– “Desaprender para aprender”, Lucía Pérez Forriol.

– “Rabietas”, de Miriam Tirado.

 

Cuentos para trabajar las emociones con los niños:

Para niños de 2 a 4 años

– “Tengo un volcán”, de Miriam Tirado.

– “Emociónate con Nubi”, de Miriam, Nuria y Cristina Martínez.

– “El Monstruo de colores”, de Anna Llenas.

– Toda la colección “Cuando estoy enfadado” “Cuando estoy triste” “Cuando estoy contento”… etc., de Trace Moroney.

 

Para niños de 5 años en adelante

– “De mayor quiero ser feliz I y II”, Anna Moratto.

– “Emocionario: dime lo que sientes”, de Cristina Núñez Pereira y Rafael R. Valcárcel.

 

Autora:  Ester Cerezo. Colegio María Teresa. Maestra de Educación Infantil y Psicopedagoga. Experto en Disciplina Positiva en al Aula, en la Familia y en Primera Infancia.

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6 de marzo de 2025

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El sueño es fundamental para el desarrollo de los niños pequeños. Dormir bien contribuye a su crecimiento físico, al desarrollo de su cerebro y a la consolidación de la memoria. Además, fortalece su sistema inmunológico y regula su estado de ánimo, ayudándolos a estar más atentos, tranquilos y
receptivos durante el día. Un buen descanso también mejora su capacidad de aprendizaje y reduce la irritabilidad y estrés. Sin embargo, establecer un buen hábito de sueño puede ser un desafío.
A continuación, te damos algunas pautas concretas para ayudar a tu pequeño a dormir mejor.
1. Establecer una rutina nocturna
Los niños necesitan rutina y previsibilidad. Crea una secuencia de actividades antes de dormir, como un baño relajante, un cuento y un abrazo. Esto les ayudará a asociar estas acciones con la hora de dormir.
2. Fijar un horario regular
Es importante que tu hijo se acueste a la misma hora todos los días. Esto regula su reloj biológico y facilita el sueño.
3. Crear un ambiente apropiado
La habitación debe ser cómoda, oscura y con una temperatura agradable. Evita ruidos y luces fuertes. Un peluche o una luz tenue pueden ayudar a los niños que sienten miedo a la oscuridad.
4. Evitar pantallas antes de dormir
Las pantallas de televisores, tabletas y teléfonos emiten luz azul, que altera la producción de melatonina, la hormona del sueño. Es recomendable apagar dispositivos al menos una hora antes de acostarse.
5. Reducir el consumo de azúcares
Alimentos y bebidas con azúcar (como el chocolate) pueden alterar el sueño de los niños. Lo ideal es ofrecer cenas ligeras y evitar estos productos en la tarde-noche.
6. Fomentar la actividad física
El ejercicio durante el día ayuda a los niños a gastar energía y dormir mejor por la noche. Sin embargo, evita juegos muy activos justo antes de dormir, ya que pueden excitarlos demasiado.

7. Ser paciente y consistente
Cada niño tiene su propio ritmo. Si al principio cuesta trabajo establecer la rutina, mantén la calma y sé constante. Con el tiempo, el pequeño se acostumbrará y dormirá mejor.
Ayudar a tu hijo a desarrollar un buen hábito de sueño es un regalo para su bienestar. Con una rutina establecida, un ambiente propicio y buenos hábitos diarios, tu pequeño podrá descansar mejor y afrontar cada día con energía y
alegría. ¡Dulces sueños!

Beatriz González. Colegio Santa Mónica

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16 de febrero de 2025

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Hoy en día, con la escolarización temprana de los niños, y nuestros horarios laborales, la gran mayoría de nosotros no comemos en casa. Los comedores escolares se han convertido en nuestros grandes aliados para conciliar vida laboral y familiar. Eso nos lleva a que se esté  perdiendo algo que antes era mucho más habitual: comer en familia.

Beneficios emocionales y educativos de comer juntos

Desayunar, comer o cenar todos juntos, supone un momento de unión (a veces también de discusiones), de poder compartir información, de organización del día con todas las tareas y eventos familiares que tengamos a la vista, etc.

Pero más allá de eso, comer o cenar  en familia es un eficaz medio para el diálogo, la conversación familiar y la educación de nuestros hijos.

Respetar ese momento, compartir  toda la familia un tiempo  y que ellos sean partícipes aunque sean pequeños conlleva más aspectos positivos que el hecho de no hacerlo. 

Muchos estudios llegan a la conclusión de que en  las familias que comen o cenan juntos la relación es mucho mejor, aumenta la calidad del estudio entre adolescentes, y disminuye el riesgo de consumir drogas, alcohol y el uso sin control de pantallas.

Para ello, lógicamente seremos los adultos los que nos adaptemos al principio a los horarios infantiles. Cenar pronto  para que los más peques puedan sentarse alrededor de la mesa y contarnos lo que hemos hecho durante el día es algo que ellos irán interiorizando como una rutina más de su vida. 

Fomentar ese diálogo, la buena relación entre unos y otros, que ellos se sientan protagonistas y parte importante del núcleo familiar son varios de los aspectos positivos de poder sentarnos todos juntos alrededor de la mesa.

Será un momento en el que ellos también tendrán su tiempo para contar y compartir sus historias, tan importantes para ellos. Qué tal ha ido nuestro día, y el suyo en el colegio. animarles a contarnos sus problemas, haciéndoles partícipes también de lo que hemos hecho mamá o papá a lo largo del día. Si nos acostumbramos y les acostumbramos a ello desde pequeños, será mucho más fácil que según vayan creciendo nos sigan contando sus vivencias, problemas, preocupaciones, etc

Normas y hábitos para crear un ambiente familiar saludable

Pero este momento también será un tiempo para introducir normas familiares (que en cada casa serán distintos):

  • No introducir dispositivos en las comidas. Esto, lógicamente será válido para mayores y pequeños. No podremos decirles que no pueden cenar con el móvil si nosotros estamos con él en la mesa.
  • No comer con la televisión encendida.
  • Respetar los tiempos de conversación. Esto suele resultar un problema con niños pequeños.
  • No levantarnos de la mesa hasta que  hayamos terminado todos. Cuando hay varios hermanos es muy típico que si uno ha terminado se quiera ir, lo que conllevará a que otros quieran hacerlo, hayan terminado o no de cenar. 
  • Ayudar a poner la mesa o retirar los platos al finalizar, colaborar en la recogida, etc. Esas pequeñas tareas del hogar en las que ellos pueden ser partícipes.
  • Potenciar también la higiene personal: nos lavamos las manos antes de sentarnos a la mesa, o los dientes cuando terminemos.

Esta magia de sentarse alrededor de una mesa, que con la vorágine de nuestro día a día se está perdiendo, es una forma maravillosa de unir lazos, de hacer planes familiares, de contar y revelar nuestras inquietudes, ilusiones y quizás algún secreto. Tiempo mágico para introducir valores y crear lazos familiares que les ayudarán cuando sean mayores. Esos momentos que recordarán y les acompañarán el resto de su vida.

Lucía Jorquera. Colegio Nclic